viernes, abril 13

¡Mamás, ejemplo de nuestros hijos!


Un día conocí a una mamá aparentemente exitosa y saludable, sin embargo no parecía satisfecha consigo misma. Pasaba la mayor parte de su tiempo haciendo dietas rigurosas y metida todo el día en un gimnasio obsesionada por tener un cuerpo “perfecto". Varias veces se sometió a cirugías estéticas para cambiar, transformar o "mejorar" su apariencia física, pensando que con esto conseguiría más fama y aceptación. El tiempo fue pasando y el mensaje que transmitía a sus hijos también se lleno de inseguridades y conceptos erróneos sobre el cuidado y conciencia del cuerpo. Su hijo pasaba toda las tardes en el gimnasio alzando pesas, su hija menor se enfermó de anorexia y la mayor pidió de regalo de quince años una operación estética, que incluía aumento de senos, nalgas y labios.

Esto es tan sólo un caso entre los miles de casos que pueden estar pasando en este momento y con el cual nos volvemos a hacer la misma pregunta... ¿Qué pasa?, ¿Qué estamos haciendo mal con nuestros hijos?, ¿Cuál es el ejemplo que les estamos dando?
En el momento que decidimos ser mamas, asumimos la responsabilidad de cubrir las necesidades básicas de nuestros hijos, pero también, la responsabilidad de educarlos y formarlos. Esta responsabilidad no puede ser una labor exclusiva del colegio. Nosotros como madres debemos participar responsablemente en su formación, no sólo con cátedras exhaustivas sobre moral y comportamiento, sino también con el EJEMPLO.

Si desde que nuestros hijos están pequeños, inclusive, desde que están en nuestro vientre, les enseñamos con nuestro ejemplo, que el cuerpo es algo que nos pertenece y que debemos cuidar, ejercitar y balancear con actividades tanto físicas como intelectuales, podemos influir positivamente en el comportamiento y aceptación que tengan ellos también con sus propios cuerpos.
El ejercicio y la actividades física, importantes para la salud, no deben realizarse exclusivamente pensado en la apariencia exterior. Estas actividades que hacemos y promovemos en los pequeños deben procurar tener ingredientes adicionales que nutran también el espíritu y la inteligencia de los pequeños. Actividades que le apuesten a promover la expresión, adquirir conciencia corporal, aumentar la autoestima, mejorar la comunicación, desarrollar la inteligencia, explorar las capacidades, potenciar la creatividad, etc., serán actividades más beneficiosas para el desarrollo integral de los pequeños.

¡Mamás, somos responsables del ejemplo que le demos a nuestros hijos. Sembrando en ellos actividades que promuevan estilos de vida sana y creativa podremos cosechar seres felices y personas que le aporten a la sociedad con su inteligencia y creatividad!
Lectura recomendada
Robinson, Jacqueline, El niño y la Danza, Ediciones Mirador, 1988